Dormimos fuera de casa

Por fin llegó el gran día y el 11 de abril emprendimos el viaje hacia “Ciudad Escolar” donde íbamos a vivir nuestra primera experiencia con la compañía durmiendo fuera de casa. ¡¡¡Comenzaba la aventura!!
La llegada fue especial, los granjeros nos esperaron con los brazos abiertos y enseguida conectamos con ell@s. Hicimos un gran corro las dos compañías para presentarnos y cantar un poco con la guitarra.
Cuántas cosillas nuevas íbamos a aprender. Nos explicaron cómo nos íbamos a organizar esos días con los talleres y las diferentes dinámicas que estaban preparadas, sin olvidar nuestro juego libre que tuvimos mucho y del que disfrutábamos un montón.
Los Talleres nos encantaron, hicimos tres a lo largo de dos días:
-          En el taller de papel reciclado: escuchamos un cuento que nos hablaba de la importancia del cuidado de la naturaleza y todo lo que nos ofrece. Aprendimos a transformar papel ya utilizado y convertirlo en papel nuevo. Rasgamos papel de periódico, añadimos agua, lo amasamos, lo batimos con una batidora de verdad, mezclamos, pasamos por  el bastidor… algunos los teñimos y otros preferimos dejarlo con ese color tan especial. Aprendimos a averiguar la edad de los árboles sin tener que talarlos para contar sus anillos. Fuimos al bosque y por parejas experimentamos y medimos con cuerdas, planteamos hipótesis y contrastamos resultados.
-          En el taller del cereal: contamos lo que pensábamos que era un cereal (todos coincidíamos: son “crispis”), así que sacamos diferentes tipos de cereales que se comercializan en el mercado y los probamos. Pero luego los granjeros nos enseñaron la planta de los cereales con los que se hacían estos y se dieron cuenta que no se parecían mucho. Observamos la planta e hicimos hipótesis, qué parte de la planta nos servía para obtener el cereal. Lo transformamos en harina con la ayuda de un mortero y un tamiz, algunos grupos utilizaron el molinillo eléctrico. Hablamos de diferentes productos que se podían elaborar con  esta harina como la pasta. Investigamos los ingredientes que necesitábamos y fuimos al huerto a recogerlos. Elaboramos una receta, experimentamos con la balanza para poder elaborarla, licuamos zanahorias y espinacas, mezclamos, amasamos, utilizamos el rodillo de madera y, algunos, la máquina de hacer pasta, otros hicimos pajaritas, tallarines, formas diversas… La pasta que elaboramos en los talleres (de varios colores y con diferentes tipos de harina para que tod@s l@s amig@s pudieran tomarla) las probamos de aperitivo en las comidas y las cenas. ¡¡Qué ricas!!
-          En el taller del huerto también nos lo pasamos genial.Pudimos observar diferentes tipos de plantas, tallos, raíces, semillas, frutos… Aprendimos muchas cosas de las historias del abuelo de Noemí y otros granjeros. En el huerto hicimos grupos de trabajo: unos quitábamos las hierbas que no eran provechosas como la ortiga (con azadas, rastrillos y palas de verdad pero de nuestro tamaño) y lo llevábamos al compost, otros sembraban y otros cribaban la tierra para luego tapar las semillas sembradas y que los pájaros no las viesen. También hemos plantado, mezclando diferentes tipos de sustratos y tierra, en envases de yogures la semilla que más nos gustaba: sandía, girasol, zanahoria, lechuga…
Y, entre taller y taller, hemos jugado en un patio estupendo con unas carretillas de madera que servían para transportar objetos y niños de muy diversas maneras, con aros, casitas, toboganes, cubos, palas, rastrillos, redes para escalar… con una sala para manipular plastilina casera (la receta también la podréis encontrar en la página web del centro), crear en los geoplanos, pintar piedras del patio y dejarlas en el museo de las piedras de la granja…
Por la noche, antes de la actividad programada hemos podido jugar en la ludoteca, como los rincones del cole, pero a lo grande y con un montón de disfraces, vestidos y trajes de fiesta, zapatos de todos los colores, purpurinas y tacones, una zona de juego simbólico con hospital incluido, zona de grandes construcciones como nuestro aula y una biblioteca la mar de acogedora.
La salida nocturna fue muy especial, a pesar de los miedos que experimentamos al principio del camino, nos encontramos con flechas con pistas a lo largo del camino que nos llevaron a un personaje mágico “Don Foro” que “tomaba la luna” porque sólo salía de noche y por eso estaba tan blanco, que decía que era joven y tenía más de 700 años, que le encantaba cuidar el Bosque de Valdelatas y nos dio un saquito muy especial (lleno de trocitos de su corazón que a la mañana siguiente nos comimos con mucho gusto). Resultó ser amigo de Pies Ligeros. Tuvimos aventuras muy similares a nuestros protagonistas de la historia de la ópera: tuvimos miedo, lo vencimos, a uno de nosotros le dolía una pierna, otros estaban cansados y teníamos que parar, no nos encontramos lobos pero sí escuchamos a la lechuza…
La segunda noche, estuvimos en el  teatro de luz negra y vimos “¿A qué sabe la luna?”, un cuento muy conocido por todos pero nos volvió a embelesar con su magia, al final de la historia nos dieron a probar un trocito… ¿a qué te sabe la luna?
En las habitaciones nos lo pasamos genial viendo los objetos personales de cada uno, sus pijamas, zapatillas, braguitas y calzoncillos. Y compartiendo con los amig@s este momento tan especial: el cuento y el beso de buenas noches. El segundo día Eva y Blanca nos contaron un cuento a tod@s a la vez con la luz apagada y un frontal para poder ver. ¡¡¡Fue muy divertido!!!
La última mañana para despedirnos del bosque y de los granjeros dimos un paseo por el Bosque de Valdelatas. Miguel encontró un nido de gorrión que ha donado muy solidariamente a la granja para que tod@s los niñ@s que la visiten puedan verla, hemos visto pisadas y rastros de jabalíes, incluso huellas juntas de la madre y la cría, un riachuelo contaminado por los residuos del Hospital universitario de la Autónoma,  escuchado el sonido de los pájaros, hozadas y rastros de otros animales como ovejas a las que hemos podido ver desde lejos.
A Lucía, de los fantasmas, se le cayó un diente y tuvo la suerte de que Pérez se entera de todo y la visitó. Que no sabemos cómo también sabía que era el cumple de Valentina y le ha dejado una nota debajo de la almohada.
Y, como todo lo bueno, nuestra aventura terminó, con pena nos hemos despedido cantando de los granjeros (José Carlos, Ana, Noemí, Sole, Elena, Carmen, Montse, Luisa, Agustín…) y con ganas de volver a tener una experiencia fuera de casa.